Eran las 6:30 de la mañana cuando el Doctor Aguilar, uno de los mejores médicos especialista de la ciudad, hablaba con un residente a su cargo:
- Dr. Aguilar: Necesito que vayas con el paciente de la cama 23, le administres clindamicina y le tomes una muestra de sangre.
- Residente: Claro doctor. La verdad es que ayer por la tarde que me quedé platicando un rato con el señor Mateo; me comentaba que sigue sin sentirse del todo bien.
- Dr. Aguilar: ¿Pero de qué me hablas? ¿Quién es Mateo?
-Residente: El Señor Mateo Benítez, de la cama 23. La verdad es que creo que haber perdido una pierna es lo que no le permite recuperarse. Ayer, mientras me platicaba cómo se siente ahora que sabe que su vida cambiará, pensaba que aquella idea es lo que lo tiene aún en cama. Me pregunto quién va a querer salir al mundo sin su pierna y enfrentarse a todos esos nuevos retos que le esperan allá afuera, su estado de ánimo está empeorando su sistema inmunológico. Tal vez si...
- Dr: Aguilar; ¡Ah! hablas de él -lo interrumpió rápidamente- bueno, seguramente ha de ser difícil, pero de eso no nos encargamos nosotros, ya tendrá que ir con un psicólogo si tanto le afecta, por lo mientras nosotros sólo tenemos que ver cómo sale de aquí pronto. Hay tantos pacientes esperando cama que... y a todo esto, te recomiendo no hablar de más con los pacientes, luego creen que somos consejeros sentimentales y sólo nos quitan el tiempo. No nos pagan por hablar con los pacientes, con tanto que tenemos por hacer aquí en el hospital... ayer perdías tu tiempo en hablar de esas cosas, deberías dedicarlo en trabajar, Enrique. Es más, deberías estar ya haciendo lo que te pedí.
- Residente: Sí doctor, tiene razón. En seguida voy -y en ese momento salió sin decir más-.
Unos cuantos minutos más tarde, iba entrando al consultorio una estudiante de medicina para iniciar su práctica médica y aprender del reconocido Doctor. Al dar las 7:00 de la mañana el doctor Aguilar comenzó a recibir al primero de los muchos pacientes que le toca atender en el hospital como todas las mañanas. Frente a su escritorio, iba diagnosticando y recetando, uno por uno a los derechohabientes que entraban y salían cada 15 minutos.
- Dr. Aguilar: Carla, manda a llamar al siguiente, por favor.
- Carla: Claro, doctor - salió y dirigiéndose a los pacientes que se encontraban en la sala de espera, dijo con voz fuerte- paciente de la ficha número 27.